DEFACHATADA
Me despierto y miro el despertador, otra vez se hizo tarde, otra excusa al jefe, otro beso apresurado. En el subte hay pocos espejos, si logro peinarme alguien, de seguro, levantará sus brazos y rozará mi bonito arreglo. Nada que hacer!
A punto de abrir la puerta del trabajo, me percato: pasé media hora de viaje con el cierre bajo. Un desastre!!! ¿Qué bombi traería puesta? Un horror!!! Medio Buenos Aires me vio en mi peor momento.
El baño de la oficina es mi refugio. Comienzo a revolver el bolso: crema, desodorante, perfume, peine. Ya estoy como nueva, soy un ser humanoide. Mañana será otro “glorioso y tardío” día.
Que más da!



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