miércoles, enero 17, 2007

El tiempo pasa, nos vamos…


Otro día de playa. El mar y sus olas, la arena sequita y el vientito tumultoso me sientan genial. Ayer llegué hice un poco más de 200 km. Y conocí hermosos paraísos, ma que Mar del Plata y la Moria! Yo me voy a las playas del sur!!!
Imagen una linda tarde de viento y calor, una playa de la que muchos hablaban maravillas y un hombre precioso a mi lado. Agarré la camioneta y me dispuse a llevármelo lejos. Camino sinuoso, de tierra con subidas y bajadas, una vueltita y allí se presenta el mar. Tremenda cola de autos y cuando encuentro un lugar entre el camino y un Fiesta estacionado Bum! se entierran las dos ruedas delanteras. Primera, marcha atrás, nada, la querida camioneta nuevamente tenía un inconveniente. Aun recuerdo cuando ese querido amigo que podría haber llegado a algo más me decía: “Si la camioneta se rompe o tiene fallas solo sucederá una vez en todo el viaje, las mismas estadísticas te lo marcan”. Pobre chico, jamás comprendió que las estadísticas conmigo siempre se rompen.
Tal y como decía Alterio en “Caballos Salvajes”, los amigos de la ruta no se hacen esperar, siempre aparecen, están. Era verdad, tres autos pararon a socorrerme, seis muchachos empujaban para atrás, para adelante. La bendita camioneta no quería salir, era como si la arenilla del camino lo hubiera atrapado tal como una amante siempre logra su cometido. De pronto una Toyota blanca para, dos muchachines y una chica bajan, no dicen nada, solo sacan un fierro y dos correas que atan a un cañito que tienen mi camioneta y parece que sirve para que me socorran (que grosas las empresas que me diseñan los dispositivos eficaces!). Lo logramos, doy las gracias y entre sonrisas y halagos me sumerjo a las Piedras Coloradas, no sin antes deber soportar una bromita poco astuta en la que no encontraba mis sandalias y mi chiquito las tenía en su bolsillo. Muy gracioso todo.
No sé si a ustedes les ocurre pero yo siento que cuando las olas chocan en la costa, mis piernas se enamoran de la inmensidad de la arena y los sonidos tranquilos se presentan mi vida cambia. Me siento otra: una mujer calmada, tomadora de mate compulsiva y, lo más sorprendente, una mujer de pocas palabras (y pocos actos).
Mañana quizás no pase nada interesante, hoy sigue siendo un grandioso día dentro de la estación más hermosa del año.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero Anita, si no te gusta bañarte en el mar pq está salado, llévate azúcar!!

ANETA dijo...

Paculi paculi... no te digo nada porque estoy en falta que sino......
Besis