ME LO COMOOOO...igualita a la Sú
El sábado a la noche, tomando unas cervezas en el bar de costumbre, tuvimos el privilegio de ver nuestra novela privada, intitulada (bien a lo Dolina) “soy un bobo enamorado”. El tendría no más de 20 (algunos reconocerán estas palabras, no?) y supongo que ella era un tanto mayor, primero estaban tomando una cerveza con dos amigos más que luego se fueron para dejarlos “solitos”. Lo que todos llamamos “mi novio tiene un amigo para vos” se convirtió en la noche de sábado para María.
Tranquilos, ya con la pareja secundaria fuera de escena, comenzaron su “conocimiento”, risas y nervios se entremezclaban entre ellos. Pablo la miraba como a “la próxima”, María ya estaba enamorada. Cerveza va, cerveza viene, cigarrillos en el cenicero (millones, ustedes saben como es esto del pavor) comenzaron las miradas y los acercamientos entre risas o secreteos. María ya estaba exhausta de tanta charla y decidió ser la que iniciara todo, allí se produjo el primero de los “piquitos”, él respondió pero jamás levantó sus brazos fuertemente apoyados sobre la mesa.
La charla prosiguió como siempre se estila y Pablo seguía sin hacer absolutamente nada más que servirSE cerveza y encendeSE cigarrillos, María le dio el segundo de los “piquitos”.
El beso tardó en llegar pero finalmente se produjo. María llegó contando toda la historia pero ya la habíamos visto una y otra vez. Los chicos están tímidos y nosotras “vamos de frente”, insinuó María. Algunas de sus amigas le decían que esa no es la “tarea” de la mujer en las relaciones, que una solo debe de esperar, que todo llega.
Desde el sábado en la noche pienso y repienso sobre esto, sobre “los nuevos hombres”, sus nuevos comportamientos, su falta de iniciativa, su reiterada conciencia free.
Pero el domingo una voz salvadora me dijo “yo NECESITO una compañera, alguien que me quiera, alguien con quien compartir, ¿es mucho pedir eso?”. Mi amigo me estaba dando una respuesta, estaba declarando en una causa que los hombres tienen pendiente hoy por hoy y, sin querer, estaba desechando todas mis hipótesis. Solo palabras de agradecimiento hacia él, porque no me gustaría pensar que “todo esta perdido y el lesbianismo es nuestra única salida...”
Tranquilos, ya con la pareja secundaria fuera de escena, comenzaron su “conocimiento”, risas y nervios se entremezclaban entre ellos. Pablo la miraba como a “la próxima”, María ya estaba enamorada. Cerveza va, cerveza viene, cigarrillos en el cenicero (millones, ustedes saben como es esto del pavor) comenzaron las miradas y los acercamientos entre risas o secreteos. María ya estaba exhausta de tanta charla y decidió ser la que iniciara todo, allí se produjo el primero de los “piquitos”, él respondió pero jamás levantó sus brazos fuertemente apoyados sobre la mesa.
La charla prosiguió como siempre se estila y Pablo seguía sin hacer absolutamente nada más que servirSE cerveza y encendeSE cigarrillos, María le dio el segundo de los “piquitos”.
El beso tardó en llegar pero finalmente se produjo. María llegó contando toda la historia pero ya la habíamos visto una y otra vez. Los chicos están tímidos y nosotras “vamos de frente”, insinuó María. Algunas de sus amigas le decían que esa no es la “tarea” de la mujer en las relaciones, que una solo debe de esperar, que todo llega.
Desde el sábado en la noche pienso y repienso sobre esto, sobre “los nuevos hombres”, sus nuevos comportamientos, su falta de iniciativa, su reiterada conciencia free.
Pero el domingo una voz salvadora me dijo “yo NECESITO una compañera, alguien que me quiera, alguien con quien compartir, ¿es mucho pedir eso?”. Mi amigo me estaba dando una respuesta, estaba declarando en una causa que los hombres tienen pendiente hoy por hoy y, sin querer, estaba desechando todas mis hipótesis. Solo palabras de agradecimiento hacia él, porque no me gustaría pensar que “todo esta perdido y el lesbianismo es nuestra única salida...”
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