jueves, agosto 31, 2006

UN DÍA EN LA VIDA

Debo admitir que por más cómoda y aceitada que me sienta en esta ciudad que habito hace más de siete años ciertas cosas jamás dejarán de extrañarse.
Ella y sus charlas convincentes, justas, idénticas a las de siempre. Ella y su comprensión, su risa, sus “novedades”. Sigue siendo la persona a la que más extraño aunque nunca pude decírselo. Ojala lo sepa, por lo bajo, por mis ojos, por mi enorme sonrisa cada vez que nos reencontramos. Ella en un mal momento y yo, casi por primera vez, en el mejor de mi vida. Ella con la que siempre fui tan rígida… “vos no podes decirme eso / hacer eso / vivir eso”… y su pregunta efectista…” ¿Por qué?”
Es verdad, debo asumirlo, fui durísima, como lo soy con los que quiero inmensamente. Simplemente porque tengo la injusta y equivocada idea de que todos ellos deben ser perfectos.
Justito esta semana había soñado con mi pasado. Retorné a mis apasionantes viajes de emociones, a mi vida desenfadada, despreocupada. Desperté con él a mi lado, sonriendo, con las mismas ansias de trabajar que muestra todos los días. Esta semana quería estar con ella y finalmente ese encuentro sucedió. Por más distancias y tiempo, por más desencuentros y errores siempre tenemos una segunda oportunidad para decirles a ellos, los amigos de siempre, todo lo que los queremos. Por suerte hoy fue mi día.

P.D: ¿Mi p.d anterior fue algo así como una premonición o solo obra de Iliana?

2 comentarios:

Araña Patagonica dijo...

Hola.. primera vez en tu blog.
Creo que decirle a la gente que uno quiere, que la quiere, hace que nos sintamos mucho mejor. Eso lo aprendí después de mucho tiempo.
Y la distancia solo anula el contacto físico con los amigos. Los sentimientos perduran, aún con ella en el medio.

ANETA dijo...

Coincido con vos Araña aunque a veces es dificil.
Gracias por pasar. Saludos